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Pa´l Norte

Esta es la historia de un hombre que viaja. No sabe muy bien por qué, pero viaja. Viaja por aquí, por allá, y más allá también.


El hombre vive en una linda ciudad. Su casa es muy bonita. Todo funciona como un relojito en su lugar. Pero el hombre igual viaja. Y si no viaja cada tanto, le empiezan a temblar las piernas, o le aparece una mancha verde en la oreja izquierda. Entonces el hombre viaja. No suele ser muy grande la mancha, pero apenas aparece, el hombre sabe que llegó el momento, que es hora de armar la mochila.


La mochila no la carga mucho, porque alguna vez su madre le dijo que es preferible andar liviano por la vida. Sólo un par de ropas, la libreta, la birome, dos manos, dos piernas, dos ojos… aahh, y una cámara de fotos, que es casi casi como los ojos, pero distinto. La cámara es algo así como un par de ojos que te dejan mirar lo mismo muchas veces. Aunque cada vez que miran, son otros los ojos que miran, porque quien mira nunca es quien vuelve a mirar, ni tampoco mira del mismo modo en que ha mirado -nadie se baña dos veces en el mismo río-.


El hombre viaja porque viaja, que si no le aparece la mancha verde en la oreja izquierda. Y cada vez que viaja, siempre hay alguien que le pregunta si se está haciendo una escapadita. Pero el hombre les dice que no, que él no escapa, no sabe cómo es eso de escapar, le parece que no hay forma de escaparse de uno mismo. Les dice que él sólo viaja para ver, y que a veces, sólo a veces, se ve mejor en los viajes. Pero eso es a veces, sólo a veces. Y por las dudas, mejor andar cámara en mano, que por ahí hasta se ve algo que no alcanza con dos ojos.


Estas fotos las hizo ese hombre, que viaja por viajar, que si no le aparecen manchas verdes en la oreja izquierda. En el viaje de las fotos, el hombre no estuvo solo, porque nadie nunca está solo si se tiene la valentía de mirar.


Emilio es artista plástico, humano, ceramista. Haro Galli de apellido. Hincha de Boca, pero no tanto. Trabajador incansable, pero no tanto. Pájaro que elije sus vuelos, eso sí, casi siempre.







Josefina es coplera, curadora. Miradora de telenovelas donde las madres venden a sus hijos, y eso no se hace, está malo eso. Madre, abuela y bisabuela. Como la Pacha, madre por siempre. Josefina es abuela de mujeres que se avergüenzan de ser copleras, porque las cargan en el colegio. Abuela también de hombres que ya no trabajan la tierra. Habitante del pueblo de Maimará… o Maimará es habitante de Josefina, quien sabe. Josefina lleva 80 años en este viaje, pero miles de años en cada palabra, en cada gesto.



Nicolás es fotógrafo, artista plástico. Entendedor de los colores de esta tierra. Conocedor de las miradas de los hombres y mujeres habitantes. Habitantes y humanos también.







Las niñas hermosas son luces que titilan en las aulas de la Escuela de Frontera N°2 de la comunidad aborigen de Yavi Chico. Continua-doras del largo linaje de la belleza humana.








Lali es una perrita que acompaña los días de la hija de Amelia, que no tiene ni idea porque su hija eligió el nombre Lali pa´ su compañera perra. Pero es lindo el nombre Lali, vaya que sí.







Tina es doña Tina, Constantina. Mujer de imponente sonrisa, mujer de ternura infinita.

Mujer cuidadora de la biblioteca popular de la comunidad de Yavi… que antes los chicos leían más, ahora menos, porque además somos menos en la comunidad desde que don Menem cerró el tren. Mujer de imponente sonrisa, mujer de ternura infinita. Tina, doña Tina.



Ahhh, y para los que no se creen esta historia, les cuento que Andrés se llama el hombre que viaja, que viaja por viajar, que si no le aparecen manchas verdes en la oreja izquierda.

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