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¿Qué es un TALLER DE ESCRITURA SENSIBLE ?

En casa de herrero cuchillo de palo, y en casa de palabrista faltan las palabras. Digo, si me preguntan de que trata un "taller de escritura sensible", empiezo a titubear, y la lengua se me traba y las palabras que, escapistas, se van para otros lados, pero no se quedan precisamente en mi boca en el momento exacto en el lugar apropiado.


Afortunadamente, mis alumnos -palabra que, etimológicamente proviene del latín "alumnus", y que significa ´el que ha sido alimentado (y por tanto es alto)´-, digo, mis alumnos, altos todos ellos, son capaces de explicar mucho mejor que yo de que trata un "taller de escritura sensible".


Claro que, como decía Nietzsche, no hay hechos, hay interpretaciones, y tampoco hay sensibilidades sino sensibles, y cada quien y cada cual con sus ojos que miran del modo suyo esto que son los "talleres de escritura sensible"...


Según Alejandra, un taller de escritura sensible es "un espacio donde poder encontrarse con la propia sombra y tomarse unos mates con ella..."


Para Andrea, “un taller de escritura sensible es tener tiempo y espacio para jugar/jugarnos con las palabras. Para mimarnos con ellas, para colorearnos, y encontrarnos con nosotros mismos, allí en ese lugar dondepalpita rojo furioso.


Leo esto, y empiezo a agarrar el resaltador, me voy anotando algunas frases sueltas, "tomarse unos mates", "allí en ese lugar donde palpita rojo furioso".


Mientras estoy con el resaltador, Clara me manda un mensaje desde Córdoba, me dice que anda bajo un Aguaribay con cuarenta y un grados a la sombra, y me dice que, para ella, un taller de escritura sensible es "un espacio para crear mundos alternativos, dejando salir las emociones, ideas y sensaciones."


Mundos alternativos, mate, rojo furioso...


Daniel, que alguito sabe de lenguajes y palabreríos, me dice que el taller "es un espacio donde poner a correr la mano sobre las letras encontrando tu propia voz en el eco de los otros.


Faaaaaa, ¿todo eso?


Denise, otra alumna que, al igual de Daniel, tiene un nombre que empieza con "D", pero conoce de escritura desde la A hasta la Z, y de los chicos uno hasta el número quichicientos tantos, siente -y cuando ella siente es una revolución-, siente que “no hay una sola manera de hacer, de hablar, de cantar, de contar, de jugar, de expresar, de sentir, de escribir. El taller de escritura sensible de Andriu (para mí) es un espacio para crear genuinamente. Regando los pensamientos como si fueran flores. Acompañando a las emociones para que salgan a la superficie y se conviertan en palabras, en vibraciones.


Regando los pensamientos como si fueran flores, rojo furioso, mate, mundos alternativos... poquito a poco voy encontrando las palabras para la próxima vez que me pregunten sobre de que trata un taller de escritura sensible.


Florencia, sensible y luminosa ella, me escribe que “un taller sensible, para mí, es un espacio hecho con amor para los seres sensibles que somos... un espacio de observación, escucha, con estímulos para sentir y crear.


Para los seres sensibles que somos, regando los pensamientos como si fueran flores, con la mano sobre las letras encontrando la propia voz en el eco de los otros, yo mientras tanto sigo anotando...


Georgina me escribe que, según su mirada, "el taller es un viaje donde la imagen y la palabra se encuentran para sacar a la luz lo que la emoción expresa cuando se eriza la piel".


Juan, otro sensible, me manda un mensaje desde la arena de una playa bonaerense con nombre que no empieza ni con "D" ni con "J", y me dice que según su parecer, el taller “es un espacio que invita a reflexionar, a desmenuzar una historia para poder contarla. Un viaje a un lugar conocido pero poco frecuentado. Andrés hace que suceda. Escribir, leer un texto, pensarlo y hablarlo. Para que el papel reciba lo que a veces se hace difícil con palabras habladas.


Para que el papel reciba, para los seres sensibles, por ahí parece que va la cosa...


Tengo la dicha de, también, tener alumnos concisos, precisos y masculinos, como Juan Javier, que todo lo resume en la frase “un suspiro hecho con tinta”.


Luciana, mujer, sensible y luminosa también, con la misma y distinta precisión en sus palabras, considera que el taller es “un lugar en el que la cola y la cabeza del dragón pueden encontrarse.


Pueden y no pueden, le diría, pero como lo posible incluye a lo imposible, elijo, también, la posibilidad del encuentro.

Marcelo, que me pidió un par de días para responderme, que estaba de viaje porque se viaja para narrar, recién vuelto me escribe que “la escritura sensible es una que abarca integrar todos los sentidos. Hay frases y palabras que nos trasladan al mundo de las sensaciones. Hay que encontrarlas


Sigo anotando, "hay que encontrarlas", a las palabras digo, pero, ¿y eso como se hace?


María, que sabe mucho de encontrarse con las propias palabras, me responde que el taller es “un espacio para encontrarte con vos, con tu voz y compartir por escrito algo que viene muy de adentro y sólo se devela escribiendo.


¿Y develar que sería? ¿cómo hacen los fotógrafos?


Nicolás, fotógrafo él, tan conciso y masculino como corresponde a un hombre sensible del barrio de Flores, me responde que “escribir con el cuerpo, con las partes que gozan, que sufren, que buscan el placer a pesar del miedo. Escribir con la piel, con los labios, con la membrana que se seca al sol y se moja cuando llega el deseo; escribir con la punta del cuerpo, la que quiere llegar hasta el corazón para que el semen se diluya en sangre; escribir con las capas arrugaditas del último hueco, ese que busca mi dedo en otro cuerpo y que se deja acariciar cuando mi masculinidad se deja vencer; escribir con la saliva que se estira entre la lengua y el clítoris, y dilata al límite la fragilidad del agua y la fuerza del orgasmo; escribir a veces con los dientes y a veces con las tripas, escribir con la uñas y los callos, con las tetillas y la planta de los piés, escribir con la caricia que pica y da cosquillas, escribir con el temblor que quiere parar y pide seguir. Escribir con todo el cuerpo menos con la cabeza; eso es para mí la escritura sensible.


Anoto, "escritura sensible" = "escribir con la planta de los piés" ...


Es que sí, claro que se puede escribir con la planta de los piés, con el cuerpo en movimiento, y sino que lo explique mejor Max, que me ayuda con esta respuesta “yo creo que un taller de escritura sensible es un espacio donde unx puede conectarse con su niñx interior y darle un abrazo. Crear nos conecta con las emociones, nos moviliza, nos sensibiliza. En inglés emoción se dice "emotion" y movimiento "motion". En ese idioma la cercanía entre esas acciones es más evidente que en el español, cosa que no nos priva de jugar con las palabras.Prestadas, propias. ¿Hay diferencia?


Es que las palabras de Max serán propias, o prestadas, pero las palabras de Vanesa son de ella, ¿o prestadas?


Para Vanesa, un taller de escritura sensible...


es mezclar tímidamente palabra con sentimiento

afinar la vista, los oídos, las sensaciones

callar el bullicio

observar la poesía cotidiana

nombrando lo que está dentro

o revoloteando alrededor

para que salga y vuele a donde tenga que volar.


Y, si de "callar el bullicio" se trata, mejor me dejo de tanto palabrerío y la escucho a Mirta, que tiene algo por decirme sobre qué es un taller de escritura sensible...


"Es....

una pisada liviana sobre un terreno en llamas

cortar con la sed y volver a encontrarla

un asiento en la rodada

el alerta y un andar con ganas

la risa confundida con la tinta

el desenfado

licuado en llanto"


¿Les queda claro? ... todo esto es, y no es, un taller de escritura sensible. La próxima vez que me pregunten, ya sé qué responder.


Los abrazo con mis brazos.


Andrés


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