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Una noche

Los mendigos de luz cada tanto tenemos de esas noches en que seguimos a la luna donde quiera que vaya.

Como esa noche de verano en que escuchamos música de la buena y caminamos por las calles de San Telmo hasta que encontramos nuestra esquina donde fuimos por un rato los dueños de la cuadra.

En ese rato sentados en la vereda primero apareció el vaguito con la remera del Milan explicándonos que si queremos que dos más dos sean tres hay que restarle uno.

Luego fue el rapero del conurbano cantando que la verdad de la milanesa es que ser es durar.

Y por último cuando la noche se apagaba apareció el hombre de las islas Galápagos diciendo que las tortugas están entre nosotros y que él no come milanesas pero si acaso hay una verdad se trata de sonreír y rodar sonreír y rodar.

* * * * *

Este texto quedó afuera, no está en mis libros. Porque así es la cosa, para escribir un libro hay que aprender a elegir, esto va, esto no, esto lo dejo para otro momento. Aprender el desapego, no enamorarse demasiado de los textos. Aunque un poco, sólo un poco, un pedacito de amor es inevitable, tampoco es cuestión de andar por la vida sin sentimientos.

En ese extraño equilibrio entre amor y desapego, a veces el olvido hace de las suyas y ya, pero hay veces en que recordamos ese texto, que tampoco está tan mal para que quede guardado... y además lo queremos, y además los amigos, y además esa esquina. Bueno, para eso existe la interné...

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